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CAMINOS DE LA CRUZ

RP Alain Delagneau

Suplemento No.:3

‘Marchons droit´ 

 

VIA CRUCIS 

TEMA DE MEDITACIÓN: LOS SACERDOTES

 

ORACION PREPARATORIA

El Sacerdote es una creación del Amor infinito de Dios. Por medio del Sacerdote, Dios se acerca a cada alma para enseñarle, purificarla, fortalecerla, consolarla y santificarla. El Sacerdote tiene la misión de dispensar el Amor infinito de Dios a los hombres. ¡Qué sublime es la vocación del Sacerdote, que ha sido constituido mediador entre Dios y los hombres!

El Demonio, que ha puesto en marcha todo su esfuerzo para estropear el plan de Dios destinado a la salvación de los hombres, trata actualmente de arruinar el sacerdocio, con el objeto de que los frutos de la Cruz no se apliquen más a los hombres de hoy.

Oh, Jesús, yo deseo ofrecerte todos los méritos que Vos habéis adquirido durante el Camino de la Cruz, a fin de obtener gracias poderosas para el alivio, el sostén y la santificación de los Sacerdotes.

I ESTACION

Jesus es condenado a muerte

Lo peor que puede ocurrirle a un Sacerdote es haber perdido su ideal, su vocación de consagrarse a Dios para llevar a Dios a las almas y elevar las almas hacia Dios. Desde ese momento, va perdiendo poco a poco el gusto por la oración, por el estudio, para dejarse atraer por la agitación de las reuniones, y después, de los placeres del mundo. Al perder el espíritu sobrenatural cae en una vida mediocre que lo vuelve vulnerable a todas las tentaciones: a la pérdida de la fe o de la vida moral; a la depresión, al activismo social… 

Y para las almas, las consecuencias de estas caídas o de esta mediocridad sacerdotal son incalculables.

Oh, Jesús, yo te ofrezco los méritos de vuestra injusta condenación para levantar a todos los Sacerdotes que se extravían alejándose de su vocación. 

Oh, Maria, Madre del clero, interceded por los Sacerdotes.

II ESTACION

Jesús es cargado con la Cruz

El Sacerdote puede conocer grandes cruces humanas que podrían desestabilizarlo profundamente y conducirlo al relajamiento y al descuido. Ver que sus palabras no surten efecto; que los fieles no son siempre tan generosos; que es objeto de críticas poco delicadas y tal vez injustas por parte de los fieles; que sufre la falta de apoyo o la incomprensión de compañeros o de las autoridades. O la soledad en ciertos momentos. 

Oh, Jesús, yo os ofrezco los méritos de vuestro celo de las almas al recibir vuestra pesada Cruz, para sostener a todos los Sacerdotes que pasen por duras pruebas humanas. Fortifícalos, a fin de que hallen su sostén en Vos y unan sus sufrimientos a los Vuestros.

Oh, María, Consoladora de los Afligidos, rogad por ellos.

III ESTACION

Jesus cae por primera vez

El demonio, que ha entendido bien la importancia del Sacerdote en la obra de Salvación de las almas, se encarniza especialmente contra el Sacerdote. Bien sea cegándolo hasta el punto de hacerlo perder el buen sentido cristiano en la crisis de la Iglesia, sea que lo estimule en su ambición o en su espíritu de independencia hasta hacerlo perder el celo por el bien de las almas; ya sea que encienda en él el fuego de la impureza para que extravíe su vida sacerdotal; sea que lo hunda en celos sacerdotales o que lo lleve al desaliento.

Oh, Jesús, yo te ofrezco los méritos de esta primera caída, para sostener a los Sacerdotes en los asaltos que sufran del demonio.

IV ESTACION

Jesús se encuentra con su Santa Madre

El Sacerdote, elevado a la dignidad del Sacerdocio, permanece no obstante un hombre, un hombre pecador. Al ofrecer cada día el Santo Sacrificio de la Misa, al dar muy a menudo el Sacramento de la Penitencia, puede no obstante cometer sacrilegio, si realiza estos Sacramentos estando en pecado mortal.

Su dignidad y la estima de la que es rodeado, podrían hacerlo mantener su boca cerrada y llegar agregar confesiones sacrílegas. Este solo pecado sume en la consternación más viva a la Madre del Soberano Sacerdote, que no obstante implora la Misericordia del Padre Celestial.

Oh, María, por los méritos de vuestras lágrimas derramadas durante este dolorosísimo encuentro, obtened de vuestro Divino Hijo la conversión profunda de estos pobres sacerdotes.

V ESTACION

Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar su Cruz

Más que nunca, los hombres tienen necesidades inmensas. En este mundo, que es de una pobreza espiritual pavorosa, hay necesidad de ser nutridos con la verdad, de ser esclarecidos en el sentido de la propia vida y de los propios sufrimientos. En este mundo frío y egoísta, se necesita el sostén y el consuelo en las pruebas, reavivar el amor de Dios. En este mundo relajado, hace falta ser fortalecido y animado a cumplir los propios deberes, a ser purificado de las faltas. En este mundo independiente e indiferente a Dios, se necesita volver a la oración humilde y al amor de la Santa Voluntad de Dios.

Oh, Jesús, por los méritos de vuestra pasión, derramad en los corazones de vuestros Sacerdotes vuestro celo para sostener a los fieles de hoy, a fin de que adelanten siempre en la virtud.

Oh María, Reina de los Apóstoles, mantened la llama apostólica en el alma de cada Sacerdote.

VI ESTACION

Santa Verónica enjuga el Rostro de Jesús

El Divino Salvador tiene un amor absolutamente particular por sus Sacerdotes, quienes están asociados de manera única e íntima a Su obra de Redención. El Sacerdote debe ser un alma de oración, de plegaria, de unión con el Sagrado Corazón. Como San Juan, debe dedicar un tiempo cada día a reclinar su cabeza sobre el Sagrado Corazón de Jesús para dejarse colmar de su divina caridad. Después, su corazón debe abrirse al Corazón de su divino Maestro para hablarle de las almas que le han sido encomendadas; debe pedir, agradecer, reparar. Pero lamentablemente, muy a menudo la actividad o la búsqueda de una vida agradable lo alejan de este verdadero apostolado en el Corazón de Jesús. 

Oh, Jesús, por los méritos de las delicadezas de esta santa mujer, conceded a todos los Sacerdotes una verdadera inclinación a la oración íntima con vuestro Divino Corazón.

VII ESTACION

Jesús cae por segunda vez

“Acordaos de estas palabras: el servidor no es más grande que su maestro; si el mundo me ha perseguido, también os perseguirá a vosotros” Jn 15,20. El mundo de hoy es liberal; ha perdido las referencias del bien y del mal, de la verdad y del error; de aquí que su único enemigo consista en afirmar la predicación de la luz que expulsa y condena las tinieblas. Siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor, el Sacerdote debe tener la fortaleza de anunciar, no una opinión, sino la Verdad; debe, igualmente, denunciar el mal y el error. ¡No es fácil! Y porque hay demasiados Sacerdotes que enseñan solamente lo que agrada a los oídos, es que permanecen los modos de pensamiento y de vida actuales. Como dijo Isaías, son “perros mudos” 56,10.

Oh, Jesús, por los méritos de esta segunda caída, haz de todos los Sacerdotes predicadores intrépidos.

VIII ESTACIÓN

Jesús consuela a las hijas de Israel

La dulzura y la bondad eran virtudes características del Buen Pastor. Estas virtudes atraían las almas, abrían los corazones para entregarlos a Dios. Estas virtudes reclaman una perfecta disponibilidad y un domino completo de toda forma de impaciencia. Ellas son el fruto sensible del amor por las almas y de la abnegación total de sí mismo. Demasiado frecuentemente, el Sacerdote se deja llevar por su natural, frío, egoísta o impaciente; y las almas sensibles y temerosas pueden volver a cerrarse.

Oh, Jesús, has sabido llevar a estas santas mujeres a su verdadero deber con dulzura y bondad, dad en abundancia estas mismas virtudes a todos los Sacerdotes cuando se acerquen a las almas.

Oh María, Reina de los Confesores, suplicad para que todo Sacerdote tenga un corazón maternal

IX ESTACIÓN

Jesus cae por tercera vez

El Sacerdote tiene el deber de practicar generosamente la penitencia, tanto por él mismo como por las almas que le han sido confiadas, porque la obra de la salvación se halla en la Cruz. El Santo Cura de Ars decía: “Si no habéis hecho ningún sacrificio, no tendréis ninguna cosecha”; y la Santa Iglesia recuerda esta obligación el Miércoles de Ceniza: “Entre el pórtico y el altar, lloraban los sacerdotes del Señor y decían “Señor, perdona a tu pueblo”. Joel 2,17. ¡Ah!, demasiados Sacerdotes se olvidan o evitan esta forma de apostolado, habiendo perdido la noción de la gravedad del pecado o el sentido de su vocación DE REPARAR junto al Salvador.

Oh Jesús, por los méritos de esta tercera caída, dad en abundancia a todos vuestros sacerdotes el espíritu de sacrificio en todo el transcurso de su vida sacerdotal.

X ESTACIÓN

Jesús es despojado de sus vestiduras

En La Salette, Nuestra Señora hizo esta terrible profecía para nuestros tiempos: «Los Sacerdotes, ministros de mi Hijo; los Sacerdotes, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los Santos Misterios, por su amor al dinero, (a) los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza […] ya no hay más personas dignas de ofrecer la Víctima sin mancha al Padre Eterno en favor del mundo.» En un mundo donde la impureza reina por todas partes, donde las ocasiones de pecado se multiplican, el Sacerdote para guardar la virtud angélica debe tener una vida profundamente sobrenatural y permanecer bien prudente y vigilante en su ministerio.  

Oh Jesús, por los méritos de este terrible despojo, conceded a todos los Sacerdotes las gracias necesarias para guardar la virtud de castidad en este mundo desviado.

Oh María, Lirio de pureza, rogad por los Sacerdotes.

XI ESTACIÓN

Jesús es clavado a la Cruz

El Sacerdote, por su sacerdocio, no se pertenece más a sí mismo; está consagrado a Dios, a la obra de Dios. Debe, entonces, estar muerto a sí mismo para ser un instrumento dócil en las manos de Dios. Para ser dócil a la Sabiduría de Dios en su enseñanza, en sus consejos, tiene que haber destruido todo espíritu propio. Para hacer la voluntad de Dios y no la suya, debe haber aniquilado toda voluntad propia. Para que su ministerio no se vea limitado por sufrir injusticias, debe haber crucificado completamente su amor propio. Estos tres clavos son dolorosos para la naturaleza que busca su individualidad, que siempre quiere tener razón, que ama la independencia y que sigue sus simpatías y sus antipatías.

Oh Jesús, por los méritos de vuestra crucifixión, ayudad a cada Sacerdote a realizar esta muerte de sí mismo, para ser tuyo de una vez, y para el bien de las almas.

XII ESTACIÓN

Jesús muere en la Cruz

Para su sacerdocio, el sacerdote debe desear convertirse en una hostia inmolada para la gloria de Dios y la salvación de las almas. Algunos Sacerdotes están como clavados por la enfermedad. Quisieran cumplir con todo su ministerio, el cuidado de las almas, y no pueden prácticamente hacer nada que no sea celebrar su Misa y rezar. Pronto, piensan que su sacerdocio es inútil, se sienten culpables y se desaniman profundamente. Por lo tanto, todo Sacerdote clavado en la Cruz que acepte, que ame y que ofrezca sus sufrimientos y su impotencia es profundamente Sacerdote; él está unido de forma íntima al Soberano Sacerdote salvando el mundo, él cumple su ministerio de modo discreto cuanto eficaz.

Oh Jesús, por los méritos de vuestra muerte que fue en apariencia un fracaso, sostened y afirmad en el espíritu sobrenatural a los sacerdotes paralizados o apartados demasiado pronto de su ministerio por la enfermedad.

XIII ESTACION

Jesús es entregado en brazos de Su Madre

El día de la Anunciación, por su “Fiat”, María se convirtió en la Madre del Soberano Sacerdote. El Viernes Santo por su Fiat silencioso, ella se convirtió en la Madre del Apóstol San Juan, y por lo tanto, de todos los Sacerdotes. Es entonces con Ella que los Sacerdotes deben formar el cuerpo místico, hermanos adoptivos de Nuestro Señor Jesucristo. Por ello, el Sacerdote se debe nutrir una gran devoción hacia la Santísima Virgen. Más aún, como la Santísima Virgen es la Inmaculada que debe aplastar el orgullo del demonio, todos los Sacerdotes que se consagren a ella y vivan esta consagración, serán protegidos de los ataques de Satanás.

Oh Jesús, por el poder de vuestra palabra a San Juan: « He aquí vuestra Madre », conceded a todos los Sacerdotes algo de vuestro amor y de vuestro espíritu filial hace vuestra divina Madre.

Oh María, sostened a cada sacerdote en su fidelidad al misterio de la Cruz, en el amor de sus sacerdocio y en su fe en el Santo Sacrificio de la Misa.

XIV ESTACIÓN

Jesús es colocado en el Sepulcro

El Sacerdote debe aprender a vivir oculto, para no aparecer sino cuando las almas tienen necesidad de él. Debe guardar la discreción sobre sí mismo, sobres sus pruebas, o incluso no manifestar sus preferencias afectivas para no crear división entre los fieles. Cuando esta sostenido por una vida de comunidad es relativamente fácil; pero cuando vive solo, la reserva es tanto más difícil. En consecuencia, los fieles muy rápido quedan poco edificados viendo los defectos y las debilidades del Sacerdote, y muy rápido comienzan a ver más al hombre que al Sacerdote.

Oh Jesús sed Vos la única consolación del Sacerdote. Ayudad a cada uno de ellos a aprovechar su soledad afectiva y humana para acercarse a Vos, y crecer en la caridad divina.

Oh María, invitad dulcemente al Sacerdote, cuando sienta el peso de la soledad, a reclinarse en el Sagrado Corazón de Jesús en el silencio de su iglesia.

ORACION FINAL

Oh Jesús, mi divino Salvador, Vos habéis confiado a los Sacerdotes la obra de la Redención, la salvación de las almas.

Yo te ofrezco los méritos de vuestro celo y de vuestra Pasión por ellos, porque ellos siguen siendo hombres frágiles. Además, el demonio intenta un último asalto contra ellos para arruinar la obra de la Redención; por eso es que te suplico que los defiendas de todos los enemigos de su virtud y del santo ideal de su sacerdocio.

Oh Jesús, hunde el corazón de cada uno de vuestros Sacerdotes en Vuestro Corazón, a fin de que se inflamen con el fuego de vuestra caridad, sean fuertes y no busquen otra cosa que vuestra mayor gloria y la salvación el mayor número de almas posible.

Oh María, obtened para cada uno de los Sacerdotes el fuego de la caridad, como Vos la habéis obtenido para los Apóstoles en el día de Pentecostés, a fin de que incontables santos sacerdotes se levanten para reconquistar el mundo para Dios

Pater – Ave - Gloria

 

 

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