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COMUNIÓN ESPIRITUAL-Doctrina y práctica

LA COMUNIÓN ESPIRITUAL

Doctrina Católica al respecto y modo de practicarla

La Comunión espiritual consiste en despertar dentro del corazón el vivo deseo de recibir la Santa Comunión.

Hacer la Comunión espiritual no entraña ninguna dificultad; basta con recogerse unos minutos, ponerse espiritualmente en presencia del Sagrado Tabernáculo (Sagrario), y decir: “Señor, Te ruego que vengas a mi corazón.”

Debemos hacer una Comunión espiritual durante la Misa, especialmente en el momento de la Comunión del Sacerdote, y también durante las visitas al Santísimo Sacramento.

Incluso se puede comulgar espiritualmente a toda hora del día; cuanto más frecuentemente, mejor. Para ello no hace falta ayuno previo ni pedir permiso a nuestro confesor.

La Comunión espiritual es el medio de enriquecer el alma con muchas y valiosas gracias

La Comunión real se compara con un vaso de oro, la espiritual con uno de plata. Nuestro Señor, cuando estaba en el mundo, no curaba solo a aquellos a quienes asistía en persona, sino también a quienes estaban ausentes, y a aquellos que ardientemente deseaban Su Presencia. Recuérdese como actuó en el caso del siervo del Centurión; lo mismo hace hoy que entonces (Cochem). El Concilio de Trento dice (parte II, cap. IV): “Otros hay que reciben la Eucaristía sólo espiritualmente: tales son los que con el deseo y el voto comen el pan celestial inflamados en aquella viva fe que obra animada de la caridad (Gal.v 6). Con esto consiguen, sino todos (los frutos), muy excelentes y provechosos frutos”. La Comunión espiritual es la mejor preparación para la Comunión sacramental. Nuestro Señor no vino al mundo sino hasta que su advenimiento fue ardientemente deseado; y del mismo modo Nuestro Señor es remiso a visitar el alma que no tiene encendido deseo de recibirlo.

HISTORIA DE UNA ALDEA DE MORLAIX DURANTE LA PERSECUCIÓN EN FRANCIA

Durante la cruel persecución a lo largo de la cual se cerraron las iglesias y se expulsaron a los ministros del altar, un domingo de mañana la campana de una aldea vecina de Morlaix se hizo oír como si anunciara algún oficio religioso. El cura párroco había huido a Inglaterra, y por las pesquisas efectuadas se tenía la seguridad de que no había ningún sacerdote escondido. Los gendarmes se apresuraron a ir al lugar del suceso. As u llegada, se sorprendieron grandemente al ver a los habitantes de la aldea de rodillas y en silencio, en el cementerio que lindaba con la iglesia. Ésta estaba cerrada, y a pesar de que habían llegado de improviso, los agentes no vieron a ningún Sacerdote.

--¿Qué están haciendo ustedes?—preguntó el jefe de los gendarmes a un anciano.

--Estamos oyendo Misa.

--¿Cómo? ¿Se va a atrever algún Sacerdote a decir Misa pese a la prohibición?

--¡Aquí no hay Sacerdote! Pueden quedarse tranquilos. Nuestro párroco, al partir, nos prometió decir la Misa para nosotros cada domingo, a esta misma hora, en cualquier lugar en que se encontrara y estamos oyéndola.

El gendarme soltó una carcajada.

--¡Insensatos! ¿Van a poder oír la Misa a semejante distancia?!

--La oración, replicó el aldeano—recorre un camino mucho más largo, se eleva de la tierra hasta el cielo.

El gendarme se rió a más no poder.

--¿Acaso creen ustedes que están en una iglesia?

--Estamos en un lugar sagrado –contestó el anciano--. Estamos arrodillados sobre los restos de nuestros padres, cuya Fe conservaremos hasta la muerte.

Los gendarmes los tomaron por locos y los dejaron en paz.

Los piadosos feligreses continuaron de este modo oyendo Misa cada domingo hasta el día en que la iglesia del lugar fue devuelta al culto.

Tag(s) : #DOCTRINA CATOLICA
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