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NTRA. SEÑORA DE GUADALUPE: ¡Salve! Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos

“…VUELVE A NOSOTROS ESOS TUS OJOS MISERICORDIOSOS.”

MISERICORDES OCULOS AD NOS CONVERTE

Esta oración, recitada dentro del Salve, la piadosa súplica dirigida a la Madre de Dios durante siglos por la Santa Iglesia, es respondida por Nuestra Señora de Guadalupe. En la dulce Señora, son los ojos dirigidos a los presentes parte del gran milagro dentro de la pléyade de prodigios que contiene la pintura venerable no hecha por mano humana.

Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. En la imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe sus ojos, vueltos hacia los presentes, parecen asegurar su misericordia para con la América Latina. Ellos están vueltos hacia el prelado incrédulo, hacia el humilde indígena lleno de fe, hacia los presentes hincados ante la imagen milagrosa y a la vista de las rosas lozanas de invierno que señalan el florecer de la Fe, en esta tierra conquistada para Dios por el magno español. Es una mirada viva, vuelta hacia nosotros, que estamos prefigurados en quienes tuvieron el privilegio de contemplarla por primera vez quedando impresos para siempre en sus ojos.

Sabemos que muchas almas benditas han podido contemplar su mirada beatífica, como el Apóstol Santiago, San Ignacio de Loyola, Santa Catalina de Labouré o Santa Bernardita. Pero aquí, en Guadalupe, la Santa Madre del Cielo deja su mirada plasmada en la tilma, para que todo el que quiera contemplarlos y sumirse en ellos, y valerse de su mirada misericordiosa, pueda siempre acogerse con fe a la Madre del Cielo y ponerse seguro bajo su protección maternal. Ya no se trata de la piadosa creación de un artista en un lienzo o una escultura.

La Mujer vestida de Sol, de la que habla el profeta San Juan en el Apocalipsis, transluce una fuerza invencible en la misión de aplastar el mal y evitar que arrebate nuestra Redención figurada y encarnada en el Hijo al que la bestia espera devorar. El solo pensamiento de esta imagen sobrecoge y llena de fuego el espíritu creyente; Ella está como un ejército al pie de batalla, como dique contra el torrente del Mal. Esta Madre nuestra, Reina del Cielo y Señora de los Ejércitos celestiales, que vencerá al Demonio, que aplastará su cabeza, es la que vuelve hacia nosotros esos sus ojos misericordiosos. ¡Qué privilegio! Tener ya vueltos hacia nosotros los rayos de su misericordia. Animémonos con esta idea a rezar con confianza inamovible a la Virgen de Guadalupe por las almas y la libertad de sus hijos americanos. Recemos para que, cumpliéndose su triunfo en nuestros corazones, nos alcance las gracias y los auxilios necesarios para perseverar y resistir con valor hasta el fin.

¿Dónde vais, Zagala,
Sola en el monte?
Mas quien lleva el sol
no teme la noche.

¿Dónde vais, María,
Divina Esposa,
Madre gloriosa
De quien os cría?
¿Qué hareis si el día
Se va al ocaso,
Y en el monte acaso
La noche os coge?
Mas quien lleva el sol
no teme la noche.

El ver las estrellas
Me cause enojos,
Pero vuestros ojos
Más lucen que ellas;
Ya sale con ellas
La noche oscura,
A vuestra hermosura
La luz se esconde;
Mas quien lleva el sol
no teme la noche.

Lope de Vega (1562-1635).

Ave María, blanco lirio de la gloriosa Y siempre-serena Trinidad.

Salve brillante Rosa del jardín de los deleites celestiales:

¡Oh! Vos, de quien Dios quiso nacer en este mundo,

Y de cuya leche el Rey del Cielo quiso ser nutrido

Alimentad nuestras almas con las efusiones de la Gracia Divina.

Amén. Mercedes Ramos

NTRA. SEÑORA DE GUADALUPE: ¡Salve! Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos
Tag(s) : #PIEDAD CATOLICA
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